Diez razones por las que la guerra entre EE.UU y china es " espantosamente posible"
Los
diez factores que no se dispararon en el siglo XIX en la tensión entre
Estados Unidos y el Imperio Británico, que fácilmente podía
transformarse en un conflicto bélico, ahora sí están presentes en las
complicadas relaciones entre EE.UU. y China.
A esta conclusión ha llegado a través de un análisis histórico
comparativo de los acontecimientos recientes y de los años 1860–1870 el
profesor del Departamento de Estrategia y Políticas del Colegio Naval
Militar (Rhode Island, EE.UU.) Michael Vlahos. Reúne sus argumentos en
un artículo publicado por la revista digital 'The National Interest'.
Una guerra era muy previsible después de que en plena secesión
estadounidense un buque de guerra leal a Washington interceptara una
embarcación británica que transportaba a los embajadores de la
Confederación (el sublevado sur de EE.UU.) a París y Londres. El
Gobierno de Abraham Lincoln percibía en serio las amenazas británicas
que provocó aquel incidente.
Sin embargo, sostiene Vlahos, por ambos lados hacía falta una retórica
belicosa respecto al posible enemigo que podría haber preparado la
opinión pública para una guerra abierta.
Este
sería el factor número uno de que no se produjera otra guerra
angloestadounidense, que coincidiría con la Guerra Civil de EE.UU.
Actualmente la actitud de los medios de comunicación occidentales no
deja muchas opciones a ciudadanos tanto estadounidenses como chinos.
Expresiones como "la venidera guerra de América con China"
aparecen muy a menudo. Se supone que no se trata de una pura hipótesis y
a todo el mundo le interesa ya cómo sería esa guerra.
Segundo, en los años 1860 el Imperio Británico se encontraba debilitado
por la Guerra de Crimea (contra el Imperio Ruso), varias campañas
castrenses y las repetidas sublevaciones en la India y Afganistán. Los
recursos de ambos lados eran mucho más restringidos de lo que pueden
permitirse ahora.
En tercer lugar, el autor destaca las razones económicas para no
desencadenar el conflicto bélico en 1861 y los años posteriores por
parte británica: Londres se privaría de un importante mercado de
algodón, que aseguraba gran parte de los ingresos nacionales. Ahora al
contrario, debido a la globalización económica, estas consideraciones
"no son frenos" ante una guerra eventual.
A los británicos del siglo XIX no les hacía falta alimentar la imagen de
un enemigo jurado. Ni la excolonia norteamericana, ni la Rusia de
aquella época no se percibían como tal adversario.
"Pero los estadounidenses de hoy necesitan a un enemigo maniqueo",
adelanta Vlahos, marcando de esta manera el punto número cuatro.
Para el año 1861 EE.UU. disponía ya del armamento más avanzado de la
época, como los buques de guerra completamente acorazados. Pero solo era
capaz de amenazar a algunos tramos de la costa británica y no el
poderío del Imperio. China representa hoy un auténtico peligro para
Washington. Para prevenir la amenaza de los misiles balísticos chinos de
largo alcance los estadounidenses deben dejar fuera de combate al mando
del Ejército de Liberación Popular, sus sistemas de control,
comunicación, inteligencia, vigilancia y reconocimiento y sus
computadoras. El ataque requerido para impactar todos estos blancos "tendría matices potencialmente apocalípticos",
admite el investigador en el punto número cinco de su lista.
Igual que la Inglaterra de la época de la reina Victoria, los EE.UU. de
hoy invierten recursos colosales en grandes buques de guerra, que son
cada vez más vulnerables con el progreso en las tecnologías bélicas.
Vlahos cree –y es su punto sexto– que China por ahora ya cuenta con la
supremacía en la región del Pacífico Occidental.
Séptimo. EE.UU., debilitado por la guerra civil, tomó una pausa, dejó de
competir con el Imperio Británico y se transformó en un área provechosa
de la inversión para el capital británico.
Fuente: http://poderiomilitarglobal.blogspot.com.es/
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